Muchas son las culturas que han adorado la luz de una u otra manera. El legado oral vasco cuenta que durante el solsticio invernal se oían gritos en forma de irrintzi por las montañas, por lo que se cree que nuestros ancestros trataban de despertar al adormecido sol en la época más oscura del año. Incluso, en nuestras ciudades contemporáneas, las luces de Navidad podrían ser señales de adoración. Sin embargo, esta iluminación ha llegado a ser en ocasiones excesiva hasta el punto de hacer que las estrellas se conviertan invisibles al ojo humano.
Esta es la historia que hemos compartido en forma de candil con los habitantes de la ciudad, el concepto detrás del proyecto Winter Solstice Call, parte del programa cultural de San Sebastián 2016, Capital Europea de la Cultura.
En este sentido, queriendo dar un primer paso en el rediseño de las instalaciones de iluminación urbana y festiva, desde un punto de vista ecológico y sostenible, un túnel de paso, el Pico del Loro, se ha llenado de reflejos y sombras sorpresivas. Añadiendo filtros a las luminarias existentes y con unos pequeños proyectores que dirigen su luz a bolas de discoteca, se ha conseguido crear una atmósfera con infinidad de reflejos. Un ejemplo de cómo con ingenio y aprovechando los recursos existentes, conseguimos transformar un lugar de paso en punto de encuentro.
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Gorka Bravo
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